OEA: La hora de respetar principios
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Julio 2, 2009
Es inadmisible e intolerable un golpe de Estado. Esta debe ser la premisa de análisis para la reciente crisis de Honduras, pues constituye este un principio fundamental de la democracia y el respeto al Estado de Derecho. Demasiado dolorosa es aún la impronta de las dictaduras militares del siglo XX y sus secuelas. Pero también debemos estar de acuerdo, es intolerable e inadmisible que los mandatarios de países miembros de la OEA, hagan apología a los golpes de Estado, conmemorando públicamente la fecha en que sus promotores hoy altos funcionarios de Estado lo intentaron, estableciendo condecoraciones oficiales y desfiles militares para rememorarlo. En esto hace falta una conducta vigilante por parte de la OEA.
Pero en el caso Honduras hay más que condenar: tenemos la amenaza del uso de fuerza que ha hecho el Presidente de Venezuela a ese país, para el caso de no restituirse a Manuel Zelaya en la Presidencia.
También esto es inadmisible e intolerable. La intervención armada tiene de igual forma, una impronta de dolorosos episodios con terribles secuelas en el continente.
Mirar un solo lado de las cosas puede tener imprevisibles consecuencias para el hemisferio. Mucho más ideologizar la discusión de la crisis de Honduras. Especialmente cuando no existen métodos eficaces en la OEA de carácter preventivo para evitar situaciones que se incuban deliberadamente.
Muchas son las deudas de la OEA con el continente y una de ellas es la necesaria revisión del estado de las relaciones cívico- militares en cada uno de los Estados de este lado del mundo, pues la intervención de los militares en política es inadmisible, como también lo es la intervención de la política en los cuarteles. Y frente a esto la OEA no ha dicho ni una sola palabra en mucho tiempo.
El abandono de la discusión del tema militar entre los Estados miembros de la OEA ha sido una deuda con la democracia. Las Fuerzas Armadas, no deben constituirse en ejércitos personales ni guardias pretorianas de ningún mandatario y se deben al Estado. Apenas un conversatorio bianual de Ministros de la Defensa se hace en el hemisferio.
El próximo en Bolivia en el 2010.
A pesar de de los vacios legales que brinda la Constitución de Honduras (rule of law). A pesar del músculo institucional con que han actuado el Congreso y el Poder judicial de Honduras (checks and balances), ninguna medida puede autorizar a las Fuerzas Armadas de un Estado a entrar a la sede del ejecutivo nacional, llevarse al Presidente de la República en funciones y sacarlo de país. Incluso, a pesar de haberse realizado la maniobra sin derramamiento de sangre y sin tener la intención los militares de hacerse del poder, como ha quedado de manifiesto.
Por lo pronto, todo indica que el presidente Zelaya no regresa al poder, a pesar de la intervención de la OEA y las represalias de aplicársele la Carta Democrática Interamericana. Esto puede enojar al Presidente Chávez de Venezuela. Afortunadamente Honduras queda lo suficientemente lejos para el poder de combate y estado de apresto operacional de las fuerzas armadas venezolanas. Con lo cual no es creíble tal amenaza, incluso teniendo Venezuela un ejército de 140.000 hombres y mujeres contra uno de 10.000 que tiene Honduras. Sin embargo puede ocurrírsele la mala idea de enviar milicianos, esa suerte de combatientes-paisanos que dice Chávez haber adiestrado para la guerra asimétrica. Por lo pronto el Presidente de tanto amenazar al ejército Hondureño, con toda seguridad lo que está creando es un sentido de cohesión nacional en Honduras, frente a un probable invasor. Sin embargo la OEA nada dice al respecto.